miércoles, 22 de septiembre de 2010

Jamones para una crisis


Érase una vez un pequeño pueblo donde vivíia un mecánico especializado en maquinaria industrtal. Este mecánico trabajaba para empresas muy importantes y muy lejanas de su pequeño pueblo, tenía 3 hijos y una mujer a la que mantener. También a su cargo estaban las familias de sus 6 trabajadores. Para él era mucha responsabilidad, se levantaba todo el día cuando el sol aparecía en el horizonte y siempre era el último en cerrar el negocio. Un día, como otro cualquiera, apareció la malvada CRISIS por su lugar de trabajo. Había escuchado hablar de ella pero él siempre pensó que nunca llegaría. Estaba muy equivocado, la malvada CRISIS no iba a dejar títere con cabeza, ni con pies, ni con manos, ni con nada. Nuestro mecánico vio como cada vez entraba menos gente a su taller, como había menos empresas a las que trabajar, el dinero tardaba en llegar y no podía pagar a sus trabajadores, ni invertir en su empresa. El mecánico no sólo pasaba los días encerrado en el taller también las noches, no dejaba de darle vuelta a las cosas, de pensar cómo encontrar la solución. Llamó a todos aquellos que le debían dinero, a los que él les había prestado, pero nadie lo podía ayudar, parecía que la malvada CRISIS había afectado a todos los sectores y los lugares. Cuando ya había perdido la esperanza, cuando pensaba que ya tenía que cerrar su negocio, recibió una llamada.

-          Buenas noches, por favor, con el señor mecánico de un pequeño pueblo
-          Hola, sí soy yo, dígame en qué puedo ayudarle
-          Encantado, señor mecánico, soy Fulanito de Tal, no sé si recordará, pero hace tiempo usted nos arregló nuestra maquinaria y todavía no hemos podido pagarle
-          Sí, no se preocupe, creo que vamos a cerrar , así que su deuda estará pagada
-          No señor, queremos pagarle, pero no tenemos dinero, ¿le importa que le paguemos en jamones?
-          ¿En jamones?
-          Sí en jamones, todas las semanas recibirá un camión de jamones hasta que paguemos nuestra deuda
-          ¿ y qué hago con los jamones?
-          Pues lo que quiera, cámbielos por otra cosa. Mañana recibirá nuestro primer camión de jamones

El mecánico pasó toda la noche dando vueltas pensando en qué iba a hacer con los jamones, ¿para qué quería él tanto jamón?. Al día siguiente esperó en su taller, la jornada estaba llegando a su fin y el camión no aparecía, quizás todo había sido un sueño raro. Pero cuando el sol ya estaba desapareciendo, se escuchó el rugir de un motor que no era del pueblo, y por la pendiente de la última cuesta, se divisó el humo que iba dejando el camión cargado de jamones. Allí estaba el mecánico parado en la puerta de su taller, con kilos y kilos de jamones y sin saber qué hacer.
Después de meditarlo mucho, con varios paseos nocturnos y varias almohadas inclusive, llegó a una conclusión. Reunió a todos sus empleados, y les preguntó si podía pagarles en jamones, ellos dijeron que sí, al menos tendría algo que comer. Cuando les hubo pagado a los empleados, fue preguntando a otras personas a las que le debía si podía pagarle en jamones, estos le dijeron que sí. Y puntualmente nuestro mecánico recibía su camión de jamones, jamones que él empleaba también para pagar sus deudas. Cuando sus deudas estuvieron pagadas, y seguían llegando jamones empezó a venderlos a precios más baratos entre los habitantes de su pequeño pueblo. El dinero que obtenía lo invertía en su negocio, poco a poco pudo tener maquinaria más novedosa, pagarle a sus empleados, e incluso, ¡contratar más mano de obra!
Otra de esas noches en las que se quedó solo en el taller. Volvió a recibir otra de esas llamadas extrañas.
- Buenas noches, por favor, con el señor mecánico de un pequeño pueblo
- Hola, sí soy yo, dígame en qué puedo ayudarle
-  Hola, soy Fulanico de Tal. Le llamamos para informarle que mañana recibirá nuestro último camión de jamones, ya hemos pagado nuestra deuda.
- Pero no pueden, ¿ahora que hago yo sin jamones?
- No sé señor, nuestra deuda está pagada
- ¿ Y no podemos llegar a un acuerdo?
- ¿ A un acuerdo? Pero si ya tenemos un acuerdo
- Bueno, pues a otro acuerdo. Yo quiero seguir recibiendo jamones y usted querrá que le siga arreglando las máquinas ¿no?

Y así después de mucho conversar, el mecánico y el señor Fulanito de Tal llegaron a un acuerdo.

Con ese trato el mecánico, el señor Fulatino de Tal  y un pequeño pueblo pudieron hacer frente a la malvada CRISIS, todos comieron jamones felices. La CRISIS  viendo que no podía asustar más a esta población huyó en busca de otros personajes a los que asustar e intimidar.

¡Ten cuidado por si llega a tu localidad!

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